martes, 8 de febrero de 2011

Hinchas,Fanáticos y Ansiosos

Para los que estábamos cansados del tranquilo 'mercado de pases',
para los que vimos todos los amistosos que pudimos y sin embargo no hubo uno que nos hiciera sentir esa sensación que tenemos cuando juega nuestro equipo por los puntos, 
para los que dedicamos una o gran parte de nuestro fin de semana y a veces de la semana también, en ver, leer y escuchar todo lo que podamos sobre nuestro equipo y los partidos disputados,
para los que a pesar de disfrutar el fútbol europeo con toda su magia,técnica y glamour, extrañábamos muchísimo la pasión,la garra, la locura y el fervor que nos genera nuestro torneo local (por más chato, mal jugado y aburrido que a veces puede ser),
para todos ellos; 


Faltan:

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Para que comience el Clausura 2011


El viernes se disputarán los dos primeros encuentros del Torneo Néstor Kirchner (denominado así en homenaje a quién fuera presidente de la nación entre 2003 y 2007, fallecido sorpresivamente el 27 de octubre de 2010). 


En el primer turno Estudiantes de la plata se medirá ante Newell's Old Boys de Rosario a partir de las 19hs, mientras que en avellaneda, Independiente enfrentará desde las 21.10 a Vélez Sarsfield. 




Por otro lado, si te sentiste identificado con alguna de las situaciones anteriormente mencionadas, dejo un par de escritos de Eduardo Galeano (reconocido escritor uruguayo) en donde nos describe de una forma inmejorable. 








El Hincha: 




Una vez por semana, el hincha huye de su casa y asiste al estadio.

Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo. En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles, batiéndose a duelo contra los demonios de turno.

Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha es muchos. Con miles de devotos comparte la certeza de que somos los mejores, todos los árbitros están vendidos, todos los rivales son tramposos.

Rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música.

Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria; qué goleada les hicimos, qué paliza les dimos, o llora su derrota; otra vez nos estafaron, juez ladrón. Y entonces el sol se va y el hincha se va. Caen las sombras sobre el estadio que se vacía. En las gradas de cemento arden, aquí y allá, algunas hogueras de fuego fugaz, mientras se van apagando las luces y las voces. El estadio se queda solo y también el hincha regresa a su soledad, yo que ha sido nosotros: el hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancólico como un miércoles de cenizas después de la muerte del carnaval.









El Fanático:






El fanático es el hincha en el manicomio. La manía de negar la evidencia ha terminado por echar a pique a la razón y a cuanta cosa se le parezca, y a la deriva navegan los restos del naufragio en estas aguas hirvientes, siempre alborotadas por la furia sin tregua.
El fanático llega al estadio envuelto en la bandera del club, la cara pintada con los colores de la adorada camiseta, erizado de objetos estridentes y contundentes, y ya por el camino viene armando mucho ruido y mucho lío. Nunca viene solo. Metido en la barra brava, peligroso ciempiés, el humillado se hace humillante y da miedo el miedoso. La omnipotencia del domingo conjura la vida obediente del resto de la semana, la cama sin deseo, el empleo sin vocación o el ningún empleo: liberado por un día, el fanático tiene mucho que vengar.
En estado de epilepsia mira el partido, pero no lo ve. Lo suyo es la tribuna. Ahí está su campo de batalla. La sola existencia del hincha del otro club constituye una provocación inadmisible. El Bien no es violento, pero el Mal lo obliga. El enemigo, siempre culpable, merece que le retuerzan el pescuezo. El fanático no puede distraerse, porque el enemigo acecha por todas partes. También está dentro del espectador callado, que en cualquier
momento puede llegar a opinar que el rival está jugando correctamente, y entonces tendrá su merecido.









(Ambos textos son parte del libro 'EL FÚTBOL a sol y sombra' ; primera edición 1995)





1 comentario:

  1. mucho gabrieeeeeel sigo todos tus uploads amigoo. Abrazo grande

    saibosh

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